Diana González, emprendedora y coach de innovación
Queremos que el emprendedor se reconozca
como innovador y creativo
Diana
González viene de un ejercicio profesional distinto al de la repostería, pero
es en esta área donde ha encontrado una forma de conjugar su formación
académica, sus intereses comerciales y sus preocupaciones familiares, a través
de “Sugar”, una innovadora pastelería ubicada en Anaco, estado Anzoátegui. En
estos momentos se encuentra en Cumaná dictando un curso para emprendedores en
el programa de Capacitación para el Emprendimiento de la Fundación Empresas
Polar.
Rubi Guerra
¿Cómo
se transforma una abogada en emprendedora?
Soy abogada especialista en
dos áreas: derecho mercantil y familia. Tengo ya 17 años en ejercicio, fui funcionaria
pública por dos años. Trabajé en un tribunal. Un buen día presenté una prueba
para opción para ser juez; presenté la prueba, quedé seleccionada, pero en fin
una serie de eventos que se fueron detonando, me hicieron ver que ese no era el
rumbo. Porque ¿cómo era posible que un funcionario tuviera que pertenecer a un
partido político para poder llegar a un cargo importante? Entonces, eso no fue congruente
conmigo, y sentí que ya en ese mundo no encontraba algo que me diera satisfacción,
me sentía estancada. Decidí dejar la carrera púbica, y continuar con el litigio,
como bogada privada, y me fue muy bien. Primero trabajé en el área mercantil y luego
en el de familia.
Para ese momento mis hijas
estaban pequeñas todavía, pero entrando en la pubertad, que es una edad complicada,
y ellas estaban demandando más atención de parte mía. No sé por qué un día me
vino así como un cruce entre el área mercantil, el área de familia y el hecho
de que mis hijas estaban requiriendo más atención, y, bueno, decidí dejar un
poco el ejercicio y dedicarme un poco más a atenderlas a ellas, y escucharlas.
Me preguntaba qué puedo hacer yo como mamá para que ellas puedan ser mejores
seres humanos. Comencé a darme cuenta de que ellas tenían unas potencialidades
muy grandes. A mí siempre me gustó la cocina, la repostería; mi familia es
buena en ese sentido.
¿Hay
una tradición familiar en esa actividad?
Sí, una tradición familiar. Me
pregunté qué podía hacer que las inspirara, que ellas vieron una oportunidad de
crecimiento. Y es cuando surge la posibilidad de trabajar con la repostería. Mi
hija Elizabeth iba a cumplir en ese momento 15 años. Nos sentamos a la mesa y
hablamos de lo que podíamos hacer.
“Podemos hacer tortas, podemos hacer ponqués”, les dije, y se entusiasmaron.
Hicimos los primeros ponqués… las primeras ventas fueron bien importantes.
Hicimos los primeros ponqués sin intención de venderlos, queríamos ver cómo
salían, probarlos en la casa, aunque sí había la intención de un negocio, pero
primero queríamos ver como podíamos nosotros engranar todo esto. Y mi hija se entusiasmó,
conectó con un primito que estudiaba en el mismo colegio, y salieron al colegio
a vender sus ponqués, y se dio cuenta de que ella podía generar ingresos, que
podía generar cosas importantes a través de lo que hacían.
Yo la vi tan entusiasmada y la
vi tan contenta que me dije “esta es la vía para que ella pueda darse cuenta de
que puede hacer cosas”. Allí comenzó la primera idea de negocios. Comenzamos a
trabajar a través de Facebook, abrimos una página e hicimos allí la primera
vitrina.
Entonces me llamó la atención
la idea de que los postres unían a las familias. Nosotros nos sentábamos a
comer y el momento de la torta era importante, porque la torta era sabrosa y
nos reíamos y compartíamos, entonces era darle un sentido al postre. No era
hacer postres para que comas y engordes porque estás triste. Era todo lo
contrario: hacer un postre para que la familia se siente a conversar, trate
temas importantes, y los comparta a través de un postre. Y comenzó a tener
sentido el emprendimiento, ahí fue cuando nos dimos cuenta de que éramos un emprendimiento.
En ese momento estábamos
haciendo unos ponquecitos con mensajes. Si la persona quería pedir perdón,
nosotros escribíamos “Perdóname” en el ponqué, si quería dar las gracias,
escribíamos “Gracias”; lo que el cliente quisiera. Eso resonó mucho. La gente
encargaba, ya no era una tarjeta de cumpleaños, sino un ponqué. Eso conectó con
la gente. Entonces vimos cómo podíamos mejorar el producto y llevar a otro nivel
la propuesta. De ahí creamos un carrito portátil que podíamos colocar en
cualquier parte (por supuesto, que tuviera techo) e hicimos nuestra primera
prueba, era nuestro mostrador. Colocamos uno en el lobby del edificio donde
vivíamos para ver qué tal, y nos fue muy bien. La gente comenzó a encargarnos
tortas, galletas… Ya pasamos a abrir una cuenta en Instagram, pasamos a formar
alianzas con personas que tenían tiendas físicas, con algunos restaurantes, y
así fuimos dándonos a conocer poco a poco.
También
eres coach de emprendimiento. Cuéntanos cómo llegaste a esa actividad.
Yo me di cuenta de que
necesitaba ayuda y comencé a capacitarme en la parte del emprendimiento, porque
una cosa era capacitarse como reposera y otra como emprendedora, y esa era el
área que me llamaba más la atención. Y no estaba equivocada, porque esa era el
área que te permitía abrirte al negocio, no mirar el negocio como algo humilde,
sino el área que te capacitaba para generar ingresos, y hacer algo distinto.
Con mi hija, que ya tenía 17
años, hicimos el módulo uno del programa de formación de Emprered-Anzoátegui,
“El emprendedor, ¿nace o se hace?” Allí aprendimos a hacer el Canvas, y fue un
hallazgo importantísimo cuando llegamos a la parte de los “Clientes”. Tener
contacto con ellos, poder saber que no es el hecho de comer dulces, sino que te
doy la oportunidad de poder conocer a una persona, poder conversar con ella sin
ninguna timidez, sin ninguna problema porque al regalarle un ponquecito, un pedacito
de torta o un postrecito bien sabroso, ya el ambiente estaba dado para
conversar, Y con esa intención comenzamos a preparar las tortas en porciones,
en cajitas bien preparadas, ya las tortas se vendían listas para el cumpleaños,
teníamos la velita y el feliz cumpleaños.
Crecieron las chamas y se
dieron cuenta de que ellas podían seguir con el negocio, y la mamá se dio cuenta
de que ellas podían tomas sus propias decisiones. Mi intención como mamá siempre
fue que ellas conectaran con un propósito, buscaran algo qué hacer pero desde
lo que les gusta hacer, y que les salía bien.
Allí en Emprered descubro
dónde estaba esa otra parte mía, que fue abogado mercantil, que fue abogado de
familia, que probó lo que es un emprendimiento familiar, y ahora me tocaba ver,
como abogado mercantil, cómo podía mejorar el negocio. Emprered me abrió muchas
oportunidades, yo me sentía capaz de hacer algo más. En ese momento la gente de
Star Coaching, que son la misma gente que diseñó el programa de Emprered, abren
el programa de formación para coaching de emprendimiento e innovación.
Es como
iniciar una nueva carrera.
Sí, una nueva carrera.
Comienzo a hacer el curso y entonces me doy cuenta de que las vueltas que da la
vida: yo podía unir todo eso y hacer una propuesta distinta, una propuesta para
emprendedores, y estoy ahorita trabajando en una posibilidad, todavía no es un
hecho, de poder acompañar emprendimientos familiares, desde la perspectiva de
la madre, porque todo eso tiene que ver, nada eso está divorciado, y en la Venezuela
que estamos viviendo ahora, tener un propósito claro marca la diferencia, y en
ese trabajo debes tener claro tu propósito de vida porque dar respuesta a los
problemas que tenemos, a los problemas comunes, y además estás conectando con
un propósito más grande con algo que te hace feliz porque es algo que te gusta.
¿Qué
esperas de este curso aquí en Cumaná?
Mi expectativa como coach es que el grupo avance,
que vea las posibilidades que tiene en el emprendimiento, que entienda que por
más pequeño que sea su negocio hay formas de mejorar; formas de hacer
diferentes las cosas que estamos haciendo y hay formas distintas de ofrecer lo
mismo; sin dejar de hacer lo que estamos haciendo y eso es innovación y
creatividad. Nuestra intención es que el emprendedor se reconozca como
innovador y creativo, y comience a diseñar su producto y servicios en base a lo
que el cliente requiere y necesita, pero con creatividad.